El sonido como la experiencia que sacude al lenguaje

El siguiente texto es una transcripción de un fragmento de Jorge Solís Arenazas durante la presentación del libro ‘La materia del sonido’.

25 septiembre 2025

© Zancan.


Como alguien que produce sonido, que escribe sobre el sonido y que se ha dedicado en diferentes partes de su vida a registrar el sonido, agradezco que aparezca un libro como La materia del sonido, con este perfil, con esta naturaleza. Aquí, el sonido es el eje vertebrador de once miradas muy distintas, de perfiles variados, entre los que se encuentran compositores de una larga trayectoria que han marcado de una manera palmaria el escenario de la producción sonora en el siglo XX, y me atrevo a decir que incluso más allá de los confines estrictos de la música, como es el caso de Éliane Radigue. Daphne Oram, que fue una de las pioneras en los lenguajes electrónicos, aporta al libro una reflexión sobre la experiencia y el objeto sonoro que trasciende los formatos habituales de la escucha y es capaz de derramarse en otros soportes, en otros signos, en otras materialidades. Es justamente el retrato oral de este objeto que es el sonido —siempre escurridizo, siempre inasible, siempre contradictorio, siempre ambiguo— que me parece una ocasión digna de celebrarse.


Mientras iba leyendo el libro no dejaba de pensar en las implicaciones de lo que significa escribir sobre el sonido, un ejercicio arduo para todos los que lo hemos hecho alguna vez. Nuestro lenguaje verbal, incluso desde un punto de vista muy reducido, estrictamente léxico, tiene pocas instancias, pocos ángulos, pocas proclividades para hablar directamente del sonido. De alguna forma, nuestro lenguaje es más visual, incluso más táctil, que sonoro u olfativo. Esto no es necesariamente una limitación, simplemente es un condicionante, porque implica que para hablar del sonido, para pensar el sonido, para interrogarlo, uno siempre está en la situación de dar rodeos, de articular algunas estrategias evanescentes, de irse incluso por las ramas. Uno tiene que adentrarse en el sonido como algo cuya naturaleza es absolutamente efímera, a partir del silencio de los signos, a partir de la puesta del signo como un cuerpo opaco, silencioso, mucho menos móvil, tal vez mucho menos líquido, para dar cuenta de este ser, más mutable, más proteico, más cambiante, que es la materia sonora.


Tras mi lectura, una de las cosas que me quedó rondando en la cabeza fue que, aunque el libro trata de situarse en la intersección entre escritura sonora, por un lado, y escritura literaria, por el otro, en general, salvo algunas excepciones, como el bellísimo ensayo de Brandon LaBelle, lo que uno puede hallar con recurrencia es el sonido como una provocación para la palabra, la palabra como incitada a acudir al territorio del sonido, a convertirla en su tema, y no tanto al revés, no tanto el sonido como la fisura del significado, no tanto el sonido como una materialidad más allá o más acá del discurso que nos lanza siempre como la provocación en sentido inverso, es decir, no la palabra pensando al sonido, sino el sonido como la experiencia que sacude al lenguaje y que nos muestra algunas otras dimensiones, algunos otros rasgos de sus posibilidades eróticas y de sus posibilidades erosionantes.


Merece mucho la pena esta aproximación múltiple, este mosaico, esta suerte de retrato hablado que va tirando de los hilos de la escritura como un campo electromagnético, de la escucha como el bucle en el cual estamos necesariamente inscritos y que hace que el lenguaje también sea un propiciador de fenómenos de retroalimentación, en donde la carnalidad del sonido empieza a meterse por las fisuras de las palabras, volviéndolas mucho más vivas.



Jorge Solís Arenazas (Ciudad de México, 1981) es editor, escritor y productor sonoro.

La materia del sonido. Once ideas que amplifican las relaciones contemporáneas entre la escritura sonora y la escritura literaria. Escriben: Pascal Quignard, Xenia Benivolski, Aki Onda, Guillermo Canek García, Daphne Oram, Bárbara Perea, Jota Mombaça, Brandon LaBelle, Éliane Radigue, Eva Posas, Youmna Saba. Edición y prólogo de Cinthya García Leyva.

El libro es parte de la colección Disertaciones: antologías que intentan definir un concepto que elude la definición. Primeras páginas

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