Algunas de las lecturas favoritas de Gris Tormenta en 2025
De Annie Dillard y María Moreno a Guy Davenport y Evan S. Connell, presentamos aquí una breve selección, sin orden y sin categorías, de los libros que leímos este año: las lecturas de ocio de quienes trabajamos en la editorial. Libros con una voz, una atmósfera o una construcción que trasciende la escritura.
25 noviembre 2025
La hora de la estrella, de Clarice Lispector
Es la última novela publicada por Lispector, que narra la historia de Macabea, una mujer dactilógrafa desdichada que adora la Coca-Cola y el cine. Desde la cotidianidad y la miseria, Lispector hace una crítica social donde retrata una realidad triste y cruda: «Antes de que apareciera en mi vida esa dactilógrafa, yo era un hombre incluso un poco feliz, a pesar del escaso éxito de mi literatura. Las cosas de alguna manera estaban tan bien que podían ponerse feas porque lo que madura por completo puede pudrirse». Traducción de Ana Luisa Poljak.
El libro de todos los libros, de Roberto Calasso
Hay capítulos totalmente inesperados: ver la introducción de elementos psicológicos en personajes y eventos del Antiguo Testamento. O ver su conexión con los pensamientos de la Modernidad o de la posmodernidad. Es el trabajo de toda una vida, quizá el libro —en un sentido intelectual— más extenso de Calasso. Traducción de Pilar González Rodríguez.
Suzanne y Louise, de Hervé Guibert
Guibert captura lo íntimo con una mirada esclarecedora y cruel a la vez. Un libro delicadísimo que convierte la observación en afecto y el afecto en revelación. Leerlo es conocer la fragilidad de lo que intentamos retener. Traducción de Lydia Vázquez.
Mornings Like This, de Annie Dillard
Les llama «found poems». Hay uno casi al final que parece haber sido leído por Sheila Heti y después imaginar su Alphabetical Diaries a partir de ahí. Es un ejercicio extremo de lectura, lenguaje y composición. Parece haber influencia de Evan S. Connell. ¿Se podría traducir? ¿El procedimiento o el resultado? Es un libro extraño y enigmático, pero la premisa es igual de buena que el libro: la poesía que hay en todos lados; la poesía dentro de la prosa, algo que siempre estamos buscando.
Zama, de Antonio Di Benedetto
La voz de Diego de Zama es envolvente: el tono, el léxico, la forma en que se extiende, trastoca y entrecorta poco a poco. La justa tensión del lenguaje y la narración hace que no sea una novela de fragmentos, sino de episodios condensados; nada parece estar al azar.
Cita con los clásicos, de Kenneth Rexroth
A veces, aunque no hayamos visto la película, nos regocijamos leyendo los comentarios. Estos breves y brillantes ensayos son los comentarios. Traducción de Federico Corriente Basús.
The Aztec Treasure House, de Evan S. Connell
Se siente como si cada ensayo fuera una de las notas de la botella desarrolladas en forma larga; está su voz, su humor se expande, su gracia al seguir el hilo de la historia por siglos o milenios, los comparativos que hace de frases que se dijeron a lo largo del tiempo sobre el mismo hecho son geniales. Sí son ensayos de verdad.
A History of Books, de Gerald Murnane
No sé cuántos lectores en el mundo hayan terminado este libro; cien, quizá. Hay tres o cuatro pasajes largos que son para alucinar. El vaivén eterno de la mente de quien vive y lee, de quien vive para leer —y después escribir. Sus obsesiones están todas ahí, aunque me imagino que también están en el resto de sus libros, de otras maneras.
Kudos, de Rachel Cusk
Sus experiencias como escritora, y lo mal que está todo, lo absurdo que es todo, desde los festivales hasta los agentes.
Hambre, de Knut Hamsun
Ahora entiendo por qué tantos escritores le deben tanto a Hamsun. Una novela desbordante y atemporal. Mientras la leía, mi ánimo oscilaba entre la compasión y la desesperación. La nueva traducción al español es admirable, y, por si fuera poco, esta edición es un objeto maravilloso. Traducción de Zarina Martínez Børresen.
Diario (1887-1910), de Jules Renard
Recordé a Ribeyro, que también murió sin saber que sus textos más leídos serían los que él consideraba menores, los cuadernos, las notas. Este diario tiene pasajes o líneas de gran inteligencia, y nos permite ver un panorama en movimiento, no tanto el social que quisieron mostrarnos los editores, sino el interior, que además parece que se mueve muy poco, lo cual es muy fuerte. Traducción de Ignacio Vidal-Folch.
La merma, de María Moreno
María Moreno escribe con una libertad eléctrica, mezclando memoria, teoría, humor y derrumbe. Un texto sagaz que transforma la pérdida en una forma de lucidez.
La luz difícil, de Tomás González
Más allá del argumento de la novela (el amor del padre al hijo, la eutanasia), el desarrollo del personaje a partir de la mirada (lo que observa, y cómo lo observa, un pintor que comienza a perder la vista) me pareció formidable.
El museo en sí, de Guy Davenport
La forma inventada por Montaigne (que, nos enteramos en este libro, no fue inventada por Montaigne, sino por Plutarco) es retomada por Louise Glück y Evan S. Connell en sus ensayos —y también, aquí, por Davenport. Como dijo un crítico: leer estos ensayos es avanzar hacia el interior de una cueva con una antorcha. Despertaba con ilusión todas las mañanas porque sabía que iba a leer el siguiente ensayo del libro. Traducción de Gabriel Bernal Granados.
Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río, de László Krasznahorkai
Un viaje hipnótico donde la prosa avanza como hechizo, como sendero: entre paisaje y deseo, cuestiona la idea de hogar, y guía al lector hacia su propia búsqueda. Traducción de Adan Kovacsics.
El loco de Dios en el fin del mundo, de Javier Cercas
Convierte un viaje improbable en una reflexión sobre lo que creemos, lo que dudamos y lo que callamos. No busca convencer, sino pensar en voz alta desde el desconcierto y la curiosidad. Es un libro que incomoda, ilumina y, sobre todo, recuerda que aun las preguntas sin respuesta pueden movernos.
The End of the World, de Otto Friedrich
Qué manera de ser historiador. El autor se va por todos lados, creo que a eso se refería Lapham cuando decía que Friedrich escribía de la misma manera en que alguien se pierde en un bosque. Es una pena que no esté publicado en español. Muchas editoriales podrían publicarlo.
La tumba inquieta, de Cyril Connolly
Cada párrafo y cada página se relee dos o tres veces, por el puro placer de hacerlo. Es un libro único, como lo define Calasso: al escritor le pasó algo y ha encontrado la manera de contarlo. Traducción de Miguel Aguilar.
La vida por delante, de Magalí Etchebarne
Magalí escribe con una mezcla de desparpajo y precisión emocional que hace que lo cotidiano se vuelva revelación. Leerlo es reconocerse, sorprenderse y, a veces, reírse justo en los momentos menos esperados.
Los papeles de Aspern, de Henry James
En algún momento, uno de los personajes le dice al narrador: «Uno pensaría que piensa usted encontrar en ellos la respuesta al enigma del universo», refiriéndose al material inédito del tal Aspern. Me dio mucha gracia, porque no solo pensé en la obcecación de ciertos críticos y editores, en su búsqueda del siguiente libro, de la gran revelación literaria, de ser los primeros en reseñarla o publicarla, sino también en la de muchos lectores. La manía por la figura del escritor puede llevarnos a la locura, o a la bancarrota. Traducción de Sergio Pitol.
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