Gris Tormenta: la construcción de colecciones editoriales

Para esta editorial mexicana, la estructura es fundamental como método creativo y de identidad. Más que títulos y autores, lo primero que quieren compartir con un lector son sus conceptos previos: las colecciones editoriales que impulsan y delimitan su proyecto.

25 de marzo 2021

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Gris Tormenta es una editorial mexicana, fundada en 2017, que publica pensamiento literario a través del ensayo y la memoria. En sus primeros cuatro años han editado once títulos: ocho en su colección
Disertaciones (antologías alrededor de un concepto que elude la definición) y cuatro en su colección Editor (historias que suceden en el backstage de la literatura). En esta conversación con sus editores, Mauricio Sánchez y Jacobo Zanella, hablamos uno de los aspectos de su filosofía y su quehacer editorial que más les interesa: la creación y consolidación de colecciones editoriales como punto de partida en la formación de un catálogo original.

¿Por qué es tan importante para Gris Tormenta la construcción de colecciones?

Desde antes de iniciar con la editorial queríamos que se distinguiera fácilmente, que una de sus características esenciales fuera eso: que un lector pudiera identificar a la editorial, que se separara del resto, no porque seamos mejores en ningún sentido, simplemente como idea de reconocimiento. La oferta de novedades en las librerías es tal, que creemos que si no existe esa personalidad tan marcada en cada editorial, se encontraría en desventaja.

La construcción de colecciones es solo uno de los ejes de Gris Tormenta, es decir, un aspecto realmente importante en el que trabajamos para lograr que la editorial se posicione y se distinga en el panorama de los libros, al menos en México.


¿Qué tipo de «pensamiento editorial» refleja la creación de colecciones?

Requiere de un orden muy preciso, mucha claridad, y sobre todo tener que decir que no a libros que te imaginas o textos que te gustan mucho pero que no encajan en las colecciones de la editorial. El concepto «fuera de colección» siempre me ha parecido una «errata» en el catálogo. Pero quisiera matizar: quizá pronto nos toque publicar un libro fuera de colección, por diversas razones, así que no podemos ser tan determinantes.

Por otro lado, dentro de la rigidez que exige una colección, habita también su contraparte: la soltura. Cuando la colección tiene límites rígidos, luego puedes ser más espontáneo dentro de ella: los límites son creativos, te liberan. Esa serie de reglas que defines al principio, sí, parecen inamovibles, pero, justo por eso, lo que sucede en el interior que demarcan ya no tiene que serlo tanto. Al revés no funciona: no puedes tener una colección débil y luego tratar de ser estricto con los libros que la componen; no funciona así: es muy confuso para todos: el lector, el librero, la editorial misma.


Quisiera preguntarles sobre su filosofía editorial, pero no de Gris Tormenta en conjunto, sino específicamente de su filosofía sobre las colecciones.

La colección en realidad es una forma que tú inventas. No es una categoría ni una etiqueta, mucho menos un género. Una colección que se llame Ficción no es una colección. Es lo opuesto a una colección. La colección implica definición, y las definiciones tienen que ser sumamente precisas para que funcionen. Hay excepciones, claro está, pero son pocas las que lo logran. (Quizá las de Fitzcarraldo sean un buen ejemplo: la fuerza de los textos es tal y la mente del editor tan clara que sabes qué tipo de literatura nunca vas a encontrar ahí.)

Esa forma inventada nace de una intención narrativa o intelectual que precede al texto, mientras que una simple agrupación de libros es más inocente en ese sentido: no tiene una voz como conjunto, ni su aparente cohesión dice mucho. Una colección que no se derive simplemente de un genero literario o de una época te cuenta ya algo antes de que abras el libro.

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¿De dónde proviene esta idea?

Creo que es por el gusto mismo que sentimos por las colecciones de otras editoriales. Desde mucho antes de que existiera Gris Tormenta, sentía una especial atracción por las enciclopedias, los libros coleccionables, las colecciones editoriales que podías reconocer fácilmente: todos los libros del mismo tamaño, con diseños similares; me parecía un camino muy atractivo, tanto de edición como de lectura. Ves un grupo de libros así y lo que estás viendo es un camino propuesto, una invitación a leer, a profundizar en algo. Esa particularidad es muy especial, es emocionante y es rara. Te habla de un trabajo detrás, de un editor que te dice: mira esto, tómalo, léelo de esta manera. ¿Y qué debería de ser una editorial sino eso?


¿Qué dice de la editorial que esta sea una de sus características principales?

Creo que habla de seriedad en el trabajo editorial, es decir, de querer hacerlo bien. Publicar títulos de manera aleatoria es divertido, pero no sé si al final construye algo. Las colecciones más sólidas que recuerdo al final están hablando de un editor que sabe qué le gusta editar (que no es exactamente lo mismo que le gusta leer) y que está haciendo un homenaje a esos textos al editarlos o reeditarlos en su editorial —además de que está construyendo su catálogo, un ejercicio intelectual.


¿Cuál es la diferencia entre publicar con colecciones o sin ellas? Hay editoriales que no tienen.

La editorial se va construyendo con cada título publicado. Definir las colecciones desde antes, para nosotros fue como poner los cimientos bien sólidos y profundos que, en teoría, soportarán lo que sea que les pongas arriba. Tampoco puedo decir que una editorial sin colecciones me parece una editorial sin cimientos. Ahí está Acantilado o Eterna Cadencia, por ejemplo, que trabajan con otra idea, más de constelaciones que de colección, y son editoriales muy sólidas.


¿Qué se pierde al ceñir su catálogo a colecciones tan fijas?

Se pierden muchos libros y textos, existentes y comisionados, que no puedes publicar porque «se salen» de tus líneas. Pero, por otro lado, una editorial pequeña como Gris Tormenta no tiene las capacidades para publicar todo lo que quisiera, aunque tuviéramos diez colecciones. Así que mejor que estemos autolimitados en ese sentido: nos centra y nos hace pensar todo el tiempo cómo diseñar el mejor libro posible.

Esto me hace pensar en las editoriales con muchas colecciones, en las que apenas alcanzamos a ver uno o dos títulos por colección y luego desaparecen. Son más ejercicios previos que editoriales, si lo analizamos fríamente. Son ejercicios que servirán al editor en su próxima andanza editorial.


¿Qué cosas que se facilitan al estructurar así el catálogo?

Que podemos hablar de la editorial como un todo, como una editorial realmente, antes que hablar sobre títulos o autores particulares. Creo que esto nos da claridad en el trabajo diario, nos ayuda, y también sirve a los lectores, que te identifican y saben qué pueden y qué no pueden encontrar en tus libros. Aunque, también, toda colección debería tener sorpresas: introducir algo de vez en cuando que sea inesperado, pero que cumpla con el cometido de la editorial.

Aunque ha sido poco tiempo, apenas cuatro años, hemos logrado ver los valores de Gris Tormenta cada vez con más claridad: la estructura editorial a través de colecciones; la exploración del pensamiento literario contemporáneo; el ensayo sobre el concepto de libro como posibilidad y objeto de lectura. Creo que esos tres valores están presentes en todo el catálogo, por joven y breve que sea, aunque no es nada fácil apegarse a esas definiciones todo el tiempo.

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¿Cómo decidieron qué colecciones diseñar? ¿Cómo deciden sobre la formación de una colección nueva?

Comenzamos con una colección de antologías (la colección Disertaciones) pues era una forma que nos parecía atractiva para iniciar: esa multiplicidad de voces y culturas reunidas en un mismo objeto, a veces haciendo eco, a veces conversando, a veces contradiciéndose. En casi todas nuestras antologías hay autores de varios continentes, edades, posturas. Creemos que es estimulante también para el lector: la brevedad, la variedad, la accesibilidad. Nos hacía mucho sentido para una colección inaugural pues somos jóvenes editores (no en edad, sino en trayectoria), con poca experiencia editando literatura.

La segunda colección (Editor) es mucho más de nicho y aun menos común que la anterior: son las historias que suceden detrás del libro: todo lo que pasa antes de que un libro llegue a una librería y sea abierto por un lector. Pensamos que sería una colección leída por todos nuestros compañeros del gremio (autores, traductores, editores, agentes, críticos, etcétera), pero no ha sido solo así. Se ha convertido en una colección popular y llamativa, y eso nos llena de emoción.

Sobre las colecciones nuevas: hay varios bosquejos por ahí, algunos más sensatos que otros. Cada año analizamos una o dos posibilidades para una colección nueva, pero hasta ahora no se han materializado. La más trabajada tiene ya varios títulos listos (quiero decir: pensados, armados; textos, diseño, tamaño, tipografía, estructura), pero por alguna razón no nos hemos animado. Quizá tengamos demasiado trabajo ocupándonos de las otras dos colecciones como para inaugurar una nueva, pero sí lo queremos hacer en algún momento. Somos muy pocas personas en la editorial, y todos hacemos otros trabajos, así que se complica. Pero es importante notar algo: cuando sales con una nueva colección, al menos en nuestro caso, tenemos ya pensados varios títulos: una prueba de que la colección podrá andar fácilmente en el futuro.


¿Cuál podría ser el título representativo de Gris Tormenta?

De la colección Disertaciones, Regreso a la Tierra es una antología que representa bien el trabajo que nos gusta realizar y presentar a un lector. Primero definimos una idea que nos parecía original: los astronautas cuentan cómo fue regresar a la Tierra (y vivir aquí de nuevo) después de haber pasado meses en el espacio. Luego editamos con los menos límites posibles: encontramos la lista de los seiscientos astronautas que han regresado a la Tierra y leímos textos o libros de cuarenta o cincuenta de ellos, seleccionando los pasajes sobre el regreso, eliminando algunas repeticiones. Por último, construimos el libro: se escribieron semblanzas de los astronautas seleccionados como introducciones a sus fragmentos, hicimos anexos editoriales que dan contexto a la lectura del libro y encontramos un epílogo que cierra todo viendo hacia el futuro, no hacia el pasado. El proceso tomó casi dos años y mil horas de trabajo entre cinco personas. El resultado es un libro muy improbable: sin juzgar si es o no una buena antología, sí es un título muy de nosotros, ¿quién más podría haberlo hecho?

De la colección Editor creemos que Perder el Nobel, de Laura Esther Wolfson, el primero que publicamos, sigue siendo ejemplar. Cuenta la historia de una traductora y las relaciones que sostiene con los textos que traduce, pero además es la historia de una persona, de una escritora, de una viajera, de una paciente y de una lectora crítica. Es decir, que nadie es solo algo: somos una mezcla muy fuerte de complejidades e idiosincrasias que al final, naturalmente, se vierten en el trabajo que hacemos. En este caso, en el trabajo del libro. Muestra que la literatura no es más un producto bohemio o romántico, sino una serie de accidentes, probabilidades y errores. Muestra el lado más material de los procesos literarios, sin dejar de ser historia misma, una narración literaria sobre su condición misma.


¿Cómo se relacionan con las tendencias y los temas de actualidad; cómo les responden?

Tratamos de ignorarlos, parcialmente, pero por otro lado queremos cuestionarlos, y dejar que ellos nos cuestionen a nosotros: ¿cómo podemos hacer un libro sobre migración, por ejemplo, pero hacerlo «nuestro»? Es decir, como responder «editorialmente» a un fenómeno. Así hicimos una antología de migración que no habla de política ni economía ni sociedad, sino de qué se siente migrar, narrado por autores que en algún momento vivieron esa experiencia en primera persona. Nos parecía estimulante la aproximación porque todo lo que leíamos en ese momento sobre el tema era más análisis periodístico o estadísticas.


¿Qué les ha dado la edición que de otra forma no hubiera sido posible?

Conversar con autores muy queridos: descubrir su mundo interior, su voz que no es pública. Conocer editores, libreros, críticos, traductores… Todos los días nos escribimos con al menos uno de estos personajes (es como llevar un diario por otros medios).


¿Qué es lo más importante que una editorial le puede dar a un país, a una lengua?

Diría que no es el descubrimiento de autores o textos, sino compartir una forma de ver y leer el mundo a través de la edición. Cuando un editor, con sus libros, logra transmitir esa forma de ver y de leer, aunque no esté su nombre por ningún lado, se aprecia mucho. Eso es también lo que hace el arte.


Taller Editorial Gris Tormenta
Editores: Mauricio Sánchez y Jacobo Zanella.
Fundación: Querétaro, México, 2017.
Distribución: México y España. Próximamente Argentina y Chile.
Producción promedio: mil ejemplares por título.
Editoriales en español que les gustan: Acantilado, Periférica, Atalanta, Anagrama.
En otras lenguas: Everyman’s Library, New Directions.

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